domingo, 23 de noviembre de 2014

La Muerte en la Iglesia

No Habrá Más Muerte

LA EXPRESIÓN “muerte natural” se utiliza a menudo en contraste con la muerte accidental, o la muerte en el campo de batalla. Sin embargo, por lo que a los humanos les toca, la muerte nunca es natural. El hombre fue creado para vivir y no morir. La muerte se hizo una parte de la experiencia humana debido al pecado. (Rom. 5:12) Después de la transgresión de la ley divina por nuestros primeros padres, ellos fueron expulsados del Jardín de Edén y se les prohibió tomar del árbol de la vida, no sea que vivieran para siempre. (Gen 3:22,23) Esto implica que el hombre habría sido capaz de seguir viviendo en perfección, si Dios le hubiera permitido disfrutar de las bendiciones que se le había provisto.
A causa del amor de Dios por sus criaturas humanas, y a pesar de que hubieran desobedecido su ley, él proveyó un medio de escape de la muerte. Esta provisión fue Cristo y su sangre redentora, que fue la propiciación por el pecado adámico. (Rom. 3:25; 1 Juan 2:2) Esto significa que sobre la base de fe en la sangre redentora, se puede recobrar la vida, que nadie tendrá que morir eternamente.—Juan 3:16,17
Sin embargo, la oportunidad de aceptar a Cristo y de recibir vida mediante él no se limita a la duración corta de la experiencia presente de morir. Es el propósito de Dios de salvar a los humanos de la muerte adámica despertándolos del sueño de la muerte, e iluminándolos con la verdad de que puedan tener una oportunidad completa de creer y de obedecer.—1 Tim. 2:3-6
Se le dará a toda la humanidad durante los mil años del reino mesiánico una oportunidad de aceptar a Cristo y de recibir la vida eterna. La Palabra de Dios nos asegura que uno de los resultados gloriosos de la gobernación de Cristo será la destrucción de la muerte.—Oseas 13:14; 1 Cor. 15:25,26
En el Antiguo Testamento el reino de Cristo se compara con una gran montaña que llenará toda la tierra. (Dan. 2:35,44) La promesa de Dios consiste en que en esta montaña se enjugarán las lágrimas y se destruirá la muerte. (Isa. 25:6-9) Las enfermedades son una parte del proceso de morir, y la Biblia nos asegura de que en los días del reino de Cristo ya no existirán más las enfermedades.—Isa. 33:24
Una de las ilustraciones bíblicas de las bendiciones de salud y de vida que serán otorgadas a la gente durante el reinado de Cristo es un río fuerte—“un río limpio de agua de vida.” Hay árboles de vida al lado de este río que suministran una fuente amplia de fruta vivificante, y se nos dice que las hojas de estos “árboles” son para la sanidad de las naciones.—Apoc. 22:1,2,17
Pero nadie recibirá la vida eterna si no obedece las leyes del reino. Todos quienes voluntariosamente dan la espalda a la gracia divina al rechazar de creer y de obedecer serán destruidos en el “lago de fuego,” que simboliza “la segunda muerte.” (Apoc. 20:14,15) El Apóstol Pedro confirma esto.—Hechos 3:23

De este modo, la raza restaurada de Adán será libre de toda enfermedad y dolor. Se enjugarán todas las lágrimas, y no habrá ninguna causa adicional para el dolor, ya que el Señor nos asegura por medio del Apóstol Juan que “ya no habrá muerte.” Y se nos dice que “estas palabras son fieles y verdaderas.”—Apoc. 21:3-5


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