No
Habrá Más Muerte
LA EXPRESIÓN “muerte natural” se utiliza a menudo en contraste con la
muerte accidental, o la muerte en el campo de batalla. Sin embargo, por lo que
a los humanos les toca, la muerte nunca es natural. El hombre fue creado para
vivir y no morir. La muerte se hizo una parte de la experiencia humana debido
al pecado. (Rom. 5:12) Después de la transgresión de la ley divina por nuestros
primeros padres, ellos fueron expulsados del Jardín de Edén y se les prohibió
tomar del árbol de la vida, no sea que vivieran para siempre. (Gen 3:22,23)
Esto implica que el hombre habría sido capaz de seguir viviendo en perfección,
si Dios le hubiera permitido disfrutar de las bendiciones que se le había
provisto.
A causa del amor de Dios por sus criaturas humanas, y a pesar de que
hubieran desobedecido su ley, él proveyó un medio de escape de la muerte. Esta
provisión fue Cristo y su sangre redentora, que fue la propiciación por el
pecado adámico. (Rom. 3:25; 1 Juan 2:2) Esto significa que sobre la base de fe
en la sangre redentora, se puede recobrar la vida, que nadie tendrá que morir
eternamente.—Juan 3:16,17
Sin embargo, la oportunidad de aceptar a Cristo y de recibir vida mediante
él no se limita a la duración corta de la experiencia presente de morir. Es el
propósito de Dios de salvar a los humanos de la muerte adámica despertándolos
del sueño de la muerte, e iluminándolos con la verdad de que puedan tener una
oportunidad completa de creer y de obedecer.—1 Tim. 2:3-6
Se le dará a toda la humanidad durante los mil años del reino mesiánico una
oportunidad de aceptar a Cristo y de recibir la vida eterna. La Palabra de Dios
nos asegura que uno de los resultados gloriosos de la gobernación de Cristo
será la destrucción de la muerte.—Oseas 13:14; 1 Cor. 15:25,26
En el Antiguo Testamento el reino de Cristo se compara con una gran montaña
que llenará toda la tierra. (Dan. 2:35,44) La promesa de Dios consiste en que
en esta montaña se enjugarán las lágrimas y se destruirá la muerte. (Isa.
25:6-9) Las enfermedades son una parte del proceso de morir, y la Biblia nos
asegura de que en los días del reino de Cristo ya no existirán más las
enfermedades.—Isa. 33:24
Una de las ilustraciones bíblicas de las bendiciones de salud y de vida que
serán otorgadas a la gente durante el reinado de Cristo es un río fuerte—“un
río limpio de agua de vida.” Hay árboles de vida al lado de este río que
suministran una fuente amplia de fruta vivificante, y se nos dice que las hojas
de estos “árboles” son para la sanidad de las naciones.—Apoc. 22:1,2,17
Pero nadie recibirá la vida eterna si no obedece las leyes del reino. Todos
quienes voluntariosamente dan la espalda a la gracia divina al rechazar de
creer y de obedecer serán destruidos en el “lago de fuego,” que simboliza “la
segunda muerte.” (Apoc. 20:14,15) El Apóstol Pedro confirma esto.—Hechos 3:23
De este modo, la raza restaurada de Adán será libre de toda enfermedad y
dolor. Se enjugarán todas las lágrimas, y no habrá ninguna causa adicional para
el dolor, ya que el Señor nos asegura por medio del Apóstol Juan que “ya no
habrá muerte.” Y se nos dice que “estas palabras son fieles y
verdaderas.”—Apoc. 21:3-5
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