ORAR, PENSAR EN DIOS Y
SENTIR A DIOS COMO A UN AMIGO
Por Alfredo Guzmán
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col.
4:2)
Hay muchas orientaciones prácticas que nos dicen que es orar y como debemos
estar para orar, algunos recomiendan disciplinas, otros muchos conocimientos
sobre la fe, también se dice que hay que estar esperanzados, se recomienda
estar llenos de ilusión, tranquilos, compenetrados, en fin se dan todo tipo de
recomendaciones.
Sin embargo, sabiendo que orar es hablar con Dios, y que para hablar con El
no hay que pedirle hora o una cita especial, esto es, que lo podemos
hacer en cualquier instante y donde estemos, hagamos siempre de este diálogo
algo sencillo. Muchas veces, no sabemos que o como orar, porque no nos damos
cuenta que hablar con Dios es como hablar con nuestro papa, del mismo modo como
lo puede hacer cualquier hijo. Entonces orar es darle a conocer a Dios nuestras
preocupaciones, contarle las cosa buenas que hemos decidido hacer y pedirle
todo lo que sea necesario para caminar hacia la santidad. Por todas esas cosas,
también orar es alabar al Señor, agradeciendo todo lo bueno que es con
nosotros.
Algunas veces queremos rezar y nos ponemos a pensar que le digo al Señor. Y
buscamos palabras bonitas. Sin embargo, orar no es solamente pensar cosas
buenas respecto a Dios, de Cristo o de la Santísima Virgen, orar, es mucho más
que sentimientos de caridad, va mas allá de sentirse piadoso, tampoco es decir
muchas palabras lindas. Rezar es darse cuenta de la presencia de Dios en
nosotros, por tanto es entregarnos a El, abrirnos a El, sentir en el corazón
que le pertenecemos, es darse cuenta que El nos quiere solo para El.
Por eso, al rezar, no solo debemos dejar que actúe nuestra mente, también
debemos permitirnos orar con el corazón, por que la oración es sentimiento. La
oración también es vivencia de Dios, de contacto con El y permanecer en El.
La oración es experiencia en emocionarse y transformarse con Dios. Es así,
como cuando nos dispongamos a rezar, no pensemos tanto que es lo que le debemos
decir, por que hacer mucho razonamiento no nos va ayudar a
transformarnos, porque son las emociones y las huellas de Dios, las
que en nosotros producen el cambio. Orar no es descubrir cerebralmente una
exactitud teológica. Orar es vivir sencillamente la presencia de Dios y es un
don precioso recibido gratuitamente que acogemos con humildad y con modestia.
Son nuestras vivencias las que nos hacen cambiar, es nuestra experiencia en
Dios la que nos transforma, por eso cuando rezamos, sentimos que algo nos
cambia, porque cuando hacemos oración estamos en relación con Dios, y todo lo
bueno de Dios nos va contagiando y se va quedando en nosotros.
Al orar, entreguemos todo nuestro amor a Dios, así, será mucho mas fácil
descubrir el rostro de Cristo presente en muchos de nuestros hermanos, porque
la caridad por los hombres viene del amor a El. Si vivimos en conflicto con Dios,
también vivimos en dificultades con nuestros hermanos, si vivimos en una
afectuosa relación con Dios, también las vivimos con los hombres. La Beata
carmelita Isabel de la Trinidad, nos recomienda: “vivir con Dios como
con un amigo” y dice que: “así se halla nuestro cielo en la tierra,
pues el cielo es Dios y Dios está en nuestra alma”, porque cuanto más cerca
se vive de Dios más se ama. Las almas penetran en Dios mediante la fe viva,
simplificadas y en paz.
Y hay más respuestas de santos testigos:
“La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce
conversación entre la criatura y su Criador. (Sermón sobre la
oración) SANTO CURA DE ARS
“La adoración es el acto por el que uno se dirige a Dios con ánimo de
alabarle” ORÍGENES, (185 a 254) es considerado un Padre de la Iglesia,
destacado por su erudición. (Trat. sobre la oración, 14).
“La oración es el acto propio de la criatura racional” SANTO TOMÁS:
(Suma Teológica, 2-2, q. 83, a. 10)
La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra
dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto, no
podemos menos de abandonarnos a El, nuestro Creador y Señor, con plena y total
confianza [...]. La oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un
sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y de
abandono en Aquel que nos ha dado la vida por amor. La oración es un diálogo
misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de confianza y amor. (SS. JUAN
PABLO II Aloc. 14-III-1979)
“Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y
celebrando al Señor de todo corazón. Siempre y por cualquier motivo, den
gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Ef.
5:19-20)
DIOS, QUE SE DA A SÍ MISMO. La oración es ante todo un don de
Dios misericordioso que nos trata como a hijos, sin mérito alguno de nuestra
parte, y nos da al tiempo el poder de escucharle y responderle como a Padre. La
oración es lo que hace Dios con el hombre, y no al revés. No conviene perder de
vista este hecho primordial. Poder orar es, para nosotros, una gracia
increíble, un don inmenso.
LA PERSONA HUMANA, QUE RESPONDE. El don de Dios hace posible la
respuesta del hombre. El hombre se siente hijo y no recibe los dones como siervo
mudo, sino que acoge y agradece y actúa con iniciativa en el diálogo con Dios.
La oración requiere empeño por parte del creyente, que se abre a Dios con todo
su ser.
EL ENCUENTRO. Dios, que muestra su rostro y se desvela como apasionado buscador del
hombre, y el orante, que también quiere descubrirle su rostro a Dios en verdad,
se encuentran y se comunican. Surge así un encuentro en fe y amor, diálogo de
amistad, trato familiar.
SER CONCIENTE DE QUE DIOS QUIERE ENTRAR EN COMUNIÓN CONTIGO.Dios nos llama a nuestra
puerta, El quiere entablar amistad con nosotros, al orar les abrimos la puerta.
BUSCAR NUESTROS MOMENTOS PARA ESTAR CON EL. Es el instante en
que sentimos como la oración es un encuentro con Dios en la verdad, la de él y
la nuestra.
APRENDER ESTAR ANTE EL, CON EL, Y DE EL. Recordando, siempre que la oración
es un don y lleva a la vida.
LA ORACIÓN ES LA LLAVE que abre nuestro corazón y nuestra alma al
Espíritu Santo; es decir, a Su acción de transformación en nosotros. Al orar,
permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra
voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Divina Voluntad. (cfr. CIC
2825-1827)
“La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios.” (cfr.
Ef.1,9).
LA ORACIÓN NOS VA TRANSFORMANDO, nos va moldeando, creando
nuestro ser a esa forma de ser y de pensar que Dios busca, nos va permitiendo
crear en nosotros una inclinación natural de ser mas misericordiosos, nos va
haciendo ver las cosas y los acontecimientos, como Dios los ve, por tanto, la
oración nos va forjando nuestra vida a los planes que Dios tiene para nosotros.
Dejémosle que haga en nuestra alma su trabajo de alfarero para ir moldeándola
de acuerdo a su voluntad.
LA ORACIÓN, NOS PERMITE UNA RELACIÓN VIVA, PERSONAL, INTIMA CON DIOS, “Para mí, la
oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo,
un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde
dentro de la alegría” (Santa Teresa del Niño Jesús).
"LA ORACIÓN ES LA ELEVACIÓN DEL ALMA A DIOS, (San Juan
Damasceno), donde con gran humildad reconocemos la necesidad de ella, “el
hombre es un mendigo de Dios (San Agustín),
LA ORACIÓN ES SED DE DIOS y El tiene sed de los hombres.
"Si conocieras el don de Dios"(Jn 4, 10). La maravilla de la oración
se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua:
allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el
que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las
profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el
encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios tiene sed de que el
hombre tenga sed de El (San Agustín.
Y más testigos nos ayudan diciéndonos:
“Cuando se ama, se desea hablar constantemente con el amado, o al menos
contemplarlo incesantemente. En eso consiste la oración.” Beato Charles de
Foucauld (Hermano Carlos De Jesús)
“El don de la oración está en manos del Salvador. Cuanto más té vacíes de
ti mismo, es decir, de tu amor propio y de toda atadura carnal, entrando en la
santa humildad, más lo comunicará Dios a tu corazón.” San Pío de
Pieltrecina.-
“Con la oración conocemos nuestro puesto en presencia de Dios, quién es
Dios y quiénes somos nosotros” San Maximiliano Kolbe
“Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de
hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de Sí mismo”.
Los hermanos de la Gran Comunidad quieren orar por ti. Llámanos y te
liberaremos de deudas, enfermedades, problemas familiares, Viajes...Por medio
de la Oración Profética y tu Profecía Personal.
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