Éste es la idea de que la
Iglesia conquistará el mundo, ya sea a través de la acción política o el
evangelismo, o una combinación de los dos, y que la Iglesia entonces reinará
sobre la tierra durante mil años. Al final de este reinado, la Iglesia
entregará el reino a Jesús, quien transportará a la Iglesia al Cielo y quemará
la tierra.
¡Pocos conceptos podrían ser
más anti bíblicos! La Biblia deja en claro que la vasta mayoría de la humanidad
siempre rechazará el Evangelio (Mateo 7:13-14). Y la Biblia deja de igual forma
en claro que a medida que nos acercamos al final de la Era de la Iglesia, la
sociedad se volverá cada vez más malvada en lugar de cada vez más justa (Mateo
24:9-12, 36-39)
Además, el Postmilenialismo se
basa en la suposición Humanista del progreso inevitable, el cual, a su vez, se
basa en la creencia en la bondad esencial del Hombre. Una vez más, éste es un
concepto muy anti bíblico. La Biblia enseña que el Hombre nace con una
naturaleza pecaminosa que lo hace intrínsecamente malo (Jeremías 17:9).
El hombre no puede elevarse
por su propio esfuerzo. Tampoco puede el hombre ser perfeccionado por la
educación o la revolución de la sociedad. Dios demostrará esto durante el
venidero reino milenial de Jesús. Durante ese tiempo, todo el mundo será
inundado con paz, rectitud y justicia. Sin embargo, al final, cuando Satanás
sea soltado, será capaz de liderar una rebelión mundial contra Jesús.
El gobierno con vara de hierro
de Jesús (Salmo 2:8-9 y Apocalipsis 2:26-27) puede producir conformidad
exterior, pero interiormente, habrá resentimiento hirviendo que explotará en
abierta rebelión. El hombre no será transformado por la vida en un paraíso en
la tierra. Y eso es debido a que la gente sólo puede ser verdaderamente transformada
por la morada del Espíritu Santo que viene por medio de la fe en Jesús como
Señor y Salvador (2 Corintios 3:17-18).
EL PUNTO DE VISTA AMILENIAL
El punto de vista del tiempo
del fin que es sostenido por la Iglesia Católica y la mayoría de las denominaciones
cristianas de hoy es el Amilenialismo. Es el extraño concepto que el reinado
milenial comenzó en la Cruz y continúa hasta nuestros días. Al igual que el
punto de vista Postmilenial, éste se basa en una espiritualización de la
Escritura – lo cual es una bonita forma de decir que se basa en una rotunda
negación de lo que las Escrituras claramente declaran.
La lógica por sí sola es
suficiente para destruir el punto de vista Amilenialista. La Biblia enseña que
durante el Milenio, la tierra será inundada con paz, rectitud y justicia
(Isaías 11:3-9 y Miqueas 4:1-7). ¿Puede alguien realmente discutir con toda
seriedad que semejante atmósfera prevalece hoy en día?
La Biblia dice que durante el
Milenio, Satanás será atado para que ya no pueda engañar a las naciones del
mundo (Apocalipsis 20:1-3). ¿Es eso una realidad presente? Por supuesto que no.
Todas las naciones del mundo, sin excepción, son engañadas y existen en un
estado de rebelión contra Dios. La Biblia dice seis veces en el libro de
Apocalipsis que el Milenio durará 1,000 años (Apocalipsis 20:2-7). Los
amilenialistas dicen que el Milenio comenzó en la Cruz y continuará
indefinidamente hasta el regreso de Jesús. ¿Quién tiene la razón? ¿La
Biblia o los amilenialistas?
EL PUNTO DE VISTA PREMILENIAL
Una lectura literal de las
profecías de los tiempos del fin, buscando el significado del sentido llano,
producirá lo que se llama el punto de vista Premilenial. Según este punto
de vista, la sociedad se desintegrará en los tiempos del fin (2 Timoteo 3:1-5),
llegando a ser tan inmoral y violenta como en los días de Noé (Mateo 24:37-39).
La Iglesia será sacada del mundo en un evento llamado el Rapto (1
Tesalonicenses 4:13-18), y luego Dios comenzará a derramar Su ira durante un
periodo de siete años llamado la Tribulación (Apocalipsis 6-18).
Al final de la Tribulación,
Jesús regresará (Apocalipsis 19:11-16). Un gran remanente de los judíos lo
aceptarán como su Mesías (Zacarías 12:10; Romanos 9:27 y 11:25-27). Jesús
reunirá a estos creyentes judíos en Israel (Deuteronomio 30:1-9) y los
establecerá como la nación principal del mundo (Zacarías 8:22-23).
Jesús comenzará entonces Su
reinado de mil años desde Jerusalén, tiempo durante el cual la tierra
experimentará paz, rectitud y justicia (Miqueas 4:1-7 y Apocalipsis 20:4-6).
LA TEOLOGÍA DEL REEMPLAZO
Este significado claro de las
Escrituras ha sido rechazado por la Iglesia desde el año 400 EC debido al
antisemitismo. Los judíos fueron clasificados como “asesinos de Cristo” y se
hizo el argumento de que Dios se había “lavado Sus manos de ellos”. Además, se
argumentó que la Iglesia había reemplazado a Israel y que se había convertido
así en la heredera de las promesas que Dios había dado a los judíos.
La horrible teología que se
desarrolló a partir de estas presunciones antibíblicas llegó a ser conocida
como Teología del Reemplazo. Ésta sostiene que la Iglesia ha reemplazado a
Israel y que Dios no tiene ningún propósito más para los judíos. Por
consiguiente, los defensores de esta teología argumentan que la promesa de Dios
a los judíos de un reino futuro (Hechos 1:1-9) ha sido anulada y ha sido
transferida a la Iglesia.
LA REFUTACIÓN DE PABLO
La Teología del Reemplazo es
completamente antibíblica, como cualquier lectura de Romanos 9-11 claramente
demostrará. En estos capítulos, Pablo afirma las profecías del Antiguo
Testamento de que Dios salvará a un gran remanente de los judíos en los tiempos
del fin (Romanos 9:27), y que Él cumplirá por ellos todas las promesas que ha
hecho al pueblo judío (Romanos 11:36).
Pablo aborda específicamente
el asunto de la Teología del Reemplazo en dos lugares en romanos. En el tercer
capítulo, él hace esta pregunta retórica en relación con el pueblo judío: “¿Pues
qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula
la fidelidad de Dios? ”. Durante casi 1,600 años, desde el año 400 EC,
la Iglesia ha respondido, “¡Sí!”. Pero Pablo responde su pregunta de una forma
directamente opuesta al declarar, “De ninguna manera; antes bien sea Dios
veraz, y todo hombre mentiroso…” (Romanos 3:3-4).
En
Romanos 11, Pablo aborda este asunto otra vez, usando una vez más una pregunta
retórica: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo?” (Romanos 11:1). Y una
vez más, la Iglesia siempre ha respondido, “¡Sí!”. Pero Pablo responde diciendo,
“En ninguna manera. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes
conoció” (Romanos 11:1-2).
UNA VERDAD ABSOLUTA
Ya
sea que a los líderes de la Iglesia les guste o no, Dios les ha prometido a los
judíos que un día el Mesías establecerá un reino para ellos y por medio de ese
reino Él reinará sobre toda la tierra (Isaías 2:1-4).
No
hay excusa para que la Iglesia codicie las promesas que Dios ha hecho al pueblo
judío. Dios también ha hecho promesas maravillosas a la Iglesia. Una,
por supuesto, es el Arrebatamiento. Otra es la promesa de que reinaremos con
Jesús sobre todas las naciones gentiles de la tierra (Daniel 7:13-14, 18,27;
Apocalipsis 2:26-27).
PONIÉNDONOS SERIOS CON LA PROFECÍA
Es
hora de dejar de jugar con la Palabra Profética de Dios. Hay mucho en juego
como para simplemente decir, “Todo hombre tiene su propia opinión”. Jesús
está a punto de regresar. Esta Era de la Iglesia está a punto de llegar a un
alto estridente. El mundo está en el umbral del tiempo más horrendo de la
historia humana – la Gran Tribulación – cuando Dios derramará Su ira en este
mundo que lo odia (Apocalipsis 6-18) y la mitad de la humanidad y dos tercios
de los judíos serán asesinados en un periodo de sólo siete años (Zacarías
13:7-9).
Sin
embargo, a pesar de este horror inminente, los líderes de la Iglesia están
haciéndole creer a la gente que el regreso de Jesús es una posibilidad tan
remota que es una “distracción” actual para la vida cristiana. ¡Qué tonterías!
La Palabra dice que el regreso de Jesús podría ocurrir en cualquier momento
(Mateo 24:36-44). La Palabra dice que debemos vivir aguardando el regreso de
Jesús (Tito 2:11-14). La Palabra dice que vivir con la expectativa y la
esperanza del regreso del Señor producirá santidad en nuestras vidas (1 Juan
3:2-3; 1 Pedro 1:13-16). La Palabra proporciona señales que debemos vigilar y
que marcarán la época del regreso del Señor (Hebreos 10:25; Mateo 24:33).
Hoy,
alguien tendría que estar espiritualmente ciego para no discernir el hecho de
que el futuro ha llegado. Las antiguas profecías que señalan la época del
regreso del Señor están siendo cumplidas antes nuestros propios ojos. Las
señales están literalmente gritando el cercano regreso del Señor. Y sin
embargo, la mayoría de los líderes de la Iglesia parece estar ciegos a las
señales.
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