miércoles, 17 de septiembre de 2014

OBSTÁCULOS EN LA ORACIÓN


EL GRAN obstáculo a las Oraciones.


Antes de comenzar con cualquier tipo de oración en Guerra Espiritual, es SUMAMENTE IMPORTANTE, que TODOS en la familia hagan un compromiso de no hablar quejas, insultos, críticas, griterías, reclamos, derrota, amargura, sino que CAMBIE el lenguaje familiar de maldición a BENDICIÓN. Los pleitos, las griterías, las contiendas, los desacuerdos y la intolerancia deben desaparecer PARA SIEMPRE del hogar de lo contrario todo será un gran fracaso. De ahora en adelante cambiará el lenguaje a lenguaje de BENDICIÓN y se declarará la victoria de Dios en el lenguaje cotidiano. Si el ambiente de pleito y contienda, y amargura continúan en el hogar, DE NADA SERVIRÁN LAS ORACIONES. Tener un lenguaje negativo, pesimista o de maldición DESACTIVA las oraciones de poder. Los cristianos que oran a Dios por una situación y declaran victoria y luego mas tarde expresan negativismo, amargura, pesimismo, derrota, maldición, en su lenguaje cotidiano, NUNCA, verán contestadas sus oraciones, por esto es que hay muchos cristianos que por años oran por una situación que nunca se resuelve.
 El lenguaje que utilizamos para orar debe estar en CONCORDANCIA con nuestro lenguaje cotidiano.




Salmos 107: 20



20 Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.


Creemos profundamente que SOLO LA PALABRA DE DIOS, puede hacer cambios en 
nosotros y en nuestras vidas. Cuando uno determina que va a ponerse de acuerdo con las 
Sagradas Escrituras, comienzan los cambios en nosotros y en nuestro alrededor.
Hacemos oraciones fuertes, usando solamente la ESPADA DEL ESPÍRITU, 
que es la Palabra de Dios, y como dice el Salmo la Palabra sana y nos libera de la ruina.



Dependiendo de la FÉ y la PERSEVERANCIA en las oraciones, hemos visto resultados sorprendentes.


La única condición es la disciplina: todos los días, por lo menos una vez al día, elegir la hora 
de descanso, alejarse del teléfono y de toda distracción o interrupción, cerrar la puerta del
 cuarto, entregarse a la oración y a un tiempo de búsqueda de Dios con un corazón sincero. 
Dios hará el resto.

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