sábado, 13 de septiembre de 2014

ORACIÓN PROFÉTICA

A. ¿QUÉ ES LA ORACIÓN PROFÉTICA?

La profecía, es articular espontánea y directamente palabras dadas por el Espíritu en la lengua que conocemos. Son palabras que antes no habíamos pensado hablar. Son articulaciones y pensamientos suplidos por el Espíritu Santo y hablados para la edificación y beneficio espiritual de otros.

Tenemos un ejemplo claro de cómo la profecía es dada por medio de examinar un evento en la vida de Moisés.
"Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón…" (Ex 7:1, 2).
Las palabras que Aarón hablaba como profeta de Moisés, eran dadas a él por Moisés. Aarón no hablaba sus propias palabras.
De esa manera opera el Don de Profecía. El Espíritu Santo da las palabras y nosotros las articulamos en oración para el beneficio de otros. La profecía también puede ser usada para edificar, exhortar y consolar a otras personas (1 Co 14:3).
La oración profética es la llave que abre las puertas al reino de poder y propósito de Dios para Su pueblo.
1. La oración es...
la conversación o diálogo del hombre con Dios.
2. La profecía es...
normalmente, Dios hablando al hombre a través del hombre.
3. La oración profética es...
el Espíritu Santo hablando a través de nosotros, en oración, a Dios el Padre.
Estas tres cosas son necesarias para que la voluntad de Dios sea hecha sobre la tierra así también como en el Cielo.
A pesar de que éste tema es tan importante y básico, hay muy poca enseñanza sobre la oración profética. De hecho, nunca he escuchado un mensaje sobre este tópico específico en toda mi vida.
a. Pensando Los Pensamientos De Dios. En capítulos previos de esta serie, aprendimos que suceden tres cosas cuando nos rendimos en oración a la acción del Espíritu Santo (lea Romanos 8:26, 27):
1) Comenzamos a orar las oraciones de Dios.
2) Comenzamos a sentir los sentimientos de Dios.
3) Comenzamos a pensar los pensamientos de Dios.
Hemos abarcado los primeros dos tópicos en capítulos previos.
La oración profética nos capacita para "Pensar los Pensamientos de Dios". Este será el tema central de este estudio. Descubriremos que las percepciones y comprensiones proféticas nacen y se expresan a través de la oración.
Me quedé asombrado al descubrir que la unción profética tenía tanto (o más) que ver con la oración como con el profetizar.
El orar y el profetizar están ligados en las vidas de todos los profetas, tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento.
B. PROFETAS QUE ORAN
1. Simeón Y Ana
Simeón Y Ana eran profetas ancianos en el Templo de Jerusalén. Fueron usados por Dios para ministrar a María y a José cuando llevaron al niño Jesús al Templo para ser presentado al Señor.
Dios usó a Simeón y Ana para que articularan una palabra profética concerniente a su hijo recién nacido. También fue una palabra de bendición, consuelo y propósito divino, para un tiempo de suma importancia en sus vidas.
Las Escrituras pintan un cuadro muy interesante acerca de la antigua profetisa Ana. Era una mujer con una vida insólita de oración. Leamos el registro:
"Estaba también allí Ana, profetisa… de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad… viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
Ésta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén"
 (Lc. 2:36-38).
a. Interacción Estrecha Entre La Oración Y La Profecía. Noté algo de real interés mientras estudiaba las vidas de los profetas: Hay mucho que decir tanto acerca de su vida de oración como acerca de sus palabras proféticas.
En el caso de Ana la profetisa, el testigo principal de la Escritura relata más respecto a su vida de oración que a su ministerio de profecía. Ella era una profetisa "ungida" (llamada de Dios). No obstante, la dirección y expresión primaria de su "unción" era la oración. Su ministerio profético era empleado mayormente en la oración. Ella debió haber orado miles de oraciones proféticas. Sin embargo, sólo tenemos registrado un ejemplo: el instante en el cual profetizó al pueblo de Jerusalén.
Esta estrecha interrelación entre la oración y la profecía es vista también en la iglesia de Antioquía:
2. Los Profetas En Antioquía 
"Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros… ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron" (Hch 13:1-3).
Este pasaje de Hechos me conduce a creer que los profetas y maestros en Antioquía emplearon mucho tiempo en el Ministerio de adoración, oración y ayuno. Al parecer esa era una costumbre o función común en la vida de aquella iglesia.
Durante años, consideré que la función y deber principal del profeta era el de proclamar o hablar la palabra del Señor. No obstante, la Biblia muestra que ellos emplearon más tiempo en oración que en profecía.
3. Jeremías
Por ejemplo, cuando estudiamos la vida del Profeta Jeremías en el Antiguo Testamento, vemos que su papel principal era el de orar, no el de hablar. En otras palabras, empleaba más tiempo hablando a Dios que hablando al hombre.
"¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!" (Jer  9:1).
Creo que hay una verdad aquí que hemos pasado por alto. Hay una dimensión profética en la oración que no hemos podido entender. Sin ella, el poder y propósito pleno de la unción profética o llamamiento no puede ser expresado.

a. La Oración Y La Profecía Tienen Que Ir Juntas. Lamentablemente, ha habido una separación entre estas verdades gemelas en los tiempos modernos.
Hay muchos que se pararán y dirán con firmeza: "Sí, así dice Dios el Señor". Pero sus palabras a menudo son vacías, sin el verdadero sonido de un profeta ungido. ¿Por qué? Su ministerio no ha sido revestido del poder de la oración. Sus vidas han sido saturadas de actividades seculares: no espirituales.
Uno no puede darse prisa hacia el ministerio profético sin la debida preparación en oración. Sin la oración, las articulaciones de la denominada "profecía" son fútiles, sujetas a muchas confusiones y a ser controladas por los espíritus del error.
Permítame sugerirle que por cada minuto de profecía articulada, deberán haberse empleado muchas horas en oración. Es únicamente a través de las entrañas de la oración que nace una palabra verdadera de Dios.
4. Elías: Un Modelo
Examinemos el ejemplo de Elías como uno de los hombres modelos de Dios en la oración y profecía. Hay mucho que aprender de uno que estuvo "sujeto a pasiones semejantes a las nuestras", pero quien oró fervientemente a Dios y Él respondió a sus oraciones eficaces (Stg 5:16-18).
a. Oraciones Poderosas. Él tenía los mismos problemas y debilidades humanas que nosotros, pero sus oraciones proféticas aun produjeron resultados poderosos.
Santiago describe su vida de oración: "Elías... oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto" (Stg 5:17, 18).
Estas fueron dos oraciones poderosas. Estudiemos el relato en el Antiguo Testamento. Las oraciones poderosas deben producir palabras y obras poderosas.
La historia es dramática. Elías proclamó la palabra de Jehová a Acab, el rey más perverso entre todos los reyes que tuvo Israel. Escuche a medida que profetizaba:
"Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra" (1 R 17:1).
b. Profecía Poderosa. Esta fue una firme palabra de juicio contra un rey muy impío. Pero la articulación profética de Dios vino de un varón justo y de oración. Esa es la razón por la cual Santiago pudo registrar más tarde: "Elías... oró fervientemente para que no lloviese... y no llovió". Fue la oración de Elías lo que engendró esa poderosa profecía.
c. El Tiempo Apropiado Para Hablar. Hay tiempo para guardar silencio y tiempo para hablar. El escritor de Eclesiastés nos dice: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… tiempo de callar, y tiempo de hablar" (Ec 3:1, 7).
Nuestra historia acerca de Elías toma un giro muy interesante. Después que habló fielmente la palabra de Dios al Rey Acab, hubo una terrible sequía en toda la tierra de Israel. Pasaron varios años sin que cayera lluvia.
A Elías todo le fue bien por un tiempo. Dios le había dirigido hasta un lugar con un arroyuelo donde podía tomar agua. También le envió cuervos para que le alimentaran por la mañana y por la tarde. Este era un cuadro muy pacífico. Elías tenía alimentos y agua mientras otros se morían de hambre y de sed durante aquel tiempo de sequía y escasez.
Sin embargo, el arroyo se seco después de un tiempo, y Elías vino a ser víctima de su propia profecía. Llevar pan seco a un día de campo sin alguna clase de bebida (agua), no es realmente agradable, y quizás se vio tentado a orar para que los cielos volvieran a dar lluvia. Si hubiera actuado sobre tal deseo, habría obrado fuera de la voluntad de Dios. La palabra de parte de Dios para que lloviera, todavía no había sido dada.
Si Elías hubiera hablado cuando debía permanecer callado, una de dos cosas habrían sucedido:
1) Habría Pedido Impropiamente. Dios no habría honrado la palabra, pues habría "pedido impropiamente", en otras palabras, fuera de la voluntad divina (Stg 4:3). Elías sería un profeta sin palabra y sin poder.
2) Habría Pedido Demasiado Pronto. Dios habría honrado la palabra, pero ahí hubiera concluido toda la historia. El milagro del descenso de fuego del cielo no tomaría lugar en la vida de Elías y hubiera venido sobre él "flaqueza de alma" (1 R 18:30-39; Sal 106:13-15).
El diablo tentó a Jesús para que convirtiera las piedras en pan cuando estaba ayunando (Mt 4:3). Así como el Señor Jesús durante Su tentación en el desierto (Mt 4:1-4), Elías esperó hasta que la palabra de Dios viniera.
Dios es fiel. El registro lo declara de la siguiente manera: "Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente" (1 R 17:7-9).
Debido a que tanto Elías como la viuda obedecieron la palabra del Señor, ambos fueron remunerados por la bendición y provisión de un Dios sabio y amoroso.
Su necesidad vino a ser la oportunidad para que el Señor ejecutara el milagro del "aceite y harina", los cuales fueron multiplicados para salvar sus vidas del hambre. Elías pudo haber perdido ese otro milagro si hubiera hablado cuando debía permanecer en silencio; o si hubiera permanecido callado cuando debía hablar. Realmente remunera el esperar en oración por la palabra de Dios, y luego, hablarla.
d. Esperando Por La Palabra De Dios. "Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías… diciendo: Ve, muéstrate a Acab, Y yo haré llover sobre la faz de la tierra. Fue, pues, Elías…" (1 R 18:1, 2).
Elías fue a derrocar el imperio impío del Rey Acab y Jezabel su esposa. El reino de éstos, era sostenido por los adoradores y profetas de Baal.
Dios había enviado el hambre como castigo a la adoración de Baal, el sacrificio de niños y la inmoralidad. El tiempo de la derogación de su reino había llegado.
Dios había dado claras instrucciones a Su pueblo: "No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas" (Ex 23:24).
"Derribarás sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego; y destruirás las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar" (Dt 12:3).
Así que, el día de confrontación fue arreglado. Puede leer la historia completa en 1 Reyes 18. Elías lanza el reto.
"…¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra" (1 R 18:21).
Luego lanzó un segundo reto:
"…y el Dios que respondiera por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho" (1 R 18:24).
Los profetas de Baal clamaron a su dios. "Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre" (1 R 18:28). No obstante, no descendió fuego del cielo.
Para el tiempo del sacrificio del atardecer, sucedió lo siguiente:
"Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
Respóndeme, Jehová respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú, vuelves a ti el corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!
Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Sicón, y allí los degolló" (1 R 18:36-40).
Todos los 450 falsos profetas fueron degollados ese día. Preste atención a la poderosa exhibición del poder de Dios que descendió para respaldar la oración de Elías.
"sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas" (R 18:36).
1) Haciendo Lo Que Dios Dice. La clave de la gran victoria de Elías se encuentra en la pequeña frase: "Y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas". ¿Qué hace un siervo? Únicamente lo que el Amo le diga que haga, nada más nada menos.
Él no va para hacer su propia voluntad a manera de servirse a sí mismo. Él no da sus profecías por un salario (como hizo Balaam en Números 22, para invitar la tragedia sobre todos los envueltos). Él simplemente hace lo que Dios le dice que haga, y nada más. Y siendo que era la voluntad y palabra de Dios, tuvo prosperidad: obró poderosamente.
Nosotros, así como Elías, debemos hablar y movernos en fe "según el mandato de la palabra de Dios".
Algunas personas no actúan cuando Dios habla, eso es incredulidad. Otras actúan cuando Dios no ha hablado, eso es presunción (ir por sobre la voluntad de Dios). El guerrero de la oración escucha la palabra de Dios y luego habla y actúa en simple fe y obediencia.
El profeta Elías habló y actuó únicamente en armonía con la palabra de Dios.
e. La Palabra Profética Fue Cumplida. Después de una gran victoria sobre Baal, Elías le dijo a Acab: "…Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye" (1 R 18:41).
Dios había dicho que enviaría lluvia sobre la tierra. Por lo tanto, Elías le profetizó al Rey Acab que llovería con abundancia. Note lo que hace Elías después de dar la profecía: "…Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas" (v 42).
1) La Oración Ferviente Y Persistente. El Apóstol Santiago nos dice que Elías oró fervientemente (Stg 5:17). El Antiguo Testamento registra (1 R 18:43) que él oró siete veces. Eso indica que fue persistente, al igual que ferviente en la oración. Fue una oración firme y urgente de parte de Elías.
Su postura en la oración era algo poco usual. Era la posición que las mujeres del Oriente Medio solían usar cuando estaban próximas a dar a luz un niño. Era la posición para tener el parto: para sufrir el terrible dolor y presión que conlleva el dar a luz.
De igual manera, el Espíritu Santo a menudo hace que tengamos dolores de parto en la oración, a fin de que la palabra y propósito de Dios puedan ser traídos a la vida como en el alumbramiento.
Elías oró fervientemente siete veces antes de que apareciera una señal en el cielo como evidencia de que la palabra de Dios estaba a punto de cumplirse. Primero, vino en forma de una "pequeña nube como la palma de la mano de un hombre" (1 R 18:44).
Viene un tiempo en el proceso del nacimiento, cuando nada detendrá el alumbramiento de un niño. Elías había experimentado los dolores del parto en su oración y ahora Dios estaba próximo a ejecutar su movimiento.
Elías le dijo a Acab que unciera su carro y descendiera antes de que la lluvia le atajara. La historia viene a ser para estos momentos muy dramática: "Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel" (1 R 18:45, 46).

2) Tenemos Una Responsabilidad. Dios quiere que nosotros entendamos: Que hay una conexión o vínculo directo entre la profecía y la oración.
Muchas personas han recibido una palabra profética para sus vidas, pero fallaron en ver su cumplimiento. ¿Por qué? Porque no cumplieron su parte en dar alumbramiento al propósito divinamente profetizado desde las entrañas de la intercesión.
La profecía tiene que ser concebida, recibida y dada a luz en oración e intercesión. "Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es…" (Jn 3:6).
Tanto el profeta que habla la palabra como el que la recibe, tienen una responsabilidad delante del Señor.
Cuando la palabra de Dios vino a María, la madre de Jesús, tenía que ser recibida y alimentada en ella antes de que naciera. "Pero María guardaba todas estas cosas, [del griego: rhema, que significa palabras vivas] meditándolas en su corazón" (Lc 2:19).
María dio a luz al Verbo (palabra) de Dios por vía de la oración, alabanza, paciencia y fe.
Ella era una mujer de oración y dada a la alabanza. Después que el Espíritu Santo vino sobre ella, profetizó.
La oración, alabanza y profecía, fueron tres cosas expresadas a través de ella de manera hermosa y poderosa en el hogar de Elizabet y Zacarías (Lc 1:35-38; 46-55).
María fue un modelo a imitar por todos nosotros en nuestro andar con Dios.
Luego, somos responsables de nutrir y dar a luz la palabra que nos fue hablada mediante nuestras oraciones e intercesión. Así como María, debemos decir: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra".
C. ORACIONES PROFÉTICAS
Quisiera exponerles otro ejemplo más de la oración profética en acción. El Pastor Rick Howard en Redwood City, California, ha enseñado a su congregación respecto a los principios de la oración profética.
Cada sábado por la noche, forman equipos de oración para la intercesión en su iglesia. Esa es una forma de oración en la cual el Espíritu Santo los dirige específicamente en su intercesión.
1. Principios A Seguir
Ellos usualmente siguen un patrón para orar el cual es basado sobre los siguientes seis principios. Úselos para su equipo de oración.
a. Ríndase Al Espíritu Santo Y A Jesús. Ellos reconocen en oración y rinden sus espíritus a la presencia del Espíritu Santo y Señorío de Jesús.
b. Ate Los Poderes De Las Tinieblas. Ellos atan los poderes de las tinieblas y del engaño que puedan tratar de impedir sus oraciones o influenciar sus pensamientos.
c. Mantenga La Mente Y Espíritu Alertas. Ellos abren sus propias mentes y espíritus para dejar que los ríos de aguas vivas fluyan desde lo más recóndito de sus seres (Jn 7:37, 38).
d. Sea Revestido Del Poder Del Espíritu Santo. Ellos oran para que el Santo Espíritu de Dios: Espíritu de amor y verdad, revista sus oraciones.
e. Ore En Lenguas. Cada equipo ora en lenguas esperando que Dios les revele qué, cómo y por quién deben orar.
f. Ore Por La Interpretación. Luego, oran acerca de lo que el Espíritu trató de hacerles conscientes por medio del pensamiento, la Palabra de Dios o por revelación espiritual.
2. Una Historia Verídica
En una sesión después que ellos oraron en otras lenguas, el Señor comenzó a colocar un sentimiento en el corazón de una hermana. Ella dijo: "Presiento que hay algunos misioneros en Islas Filipinas quienes están en gran peligro".
Mientras oraban, otro percibió un cuadro mental: "Sí, los veo en prisión".
Otra dama recibió una visión adicional por el Espíritu. Vio que los prisioneros tomaban a punta de cuchillo a los misioneros como rehenes.
Continuaron orando. Otro miembro del equipo de oración, vio a los prisioneros llevarse a los misioneros en una camioneta, a fin de utilizar el vehículo para escapar. La hermana daba alaridos de terror: "Hay que detenerlos". Si los sacan fuera de la prisión los matarán y luego huirán en la camioneta".
Entonces, oraron con más urgencia y fervor. Dos años y medio más tarde, el Pastor Howard se enteró, por el autor de este capítulo, que aquellos eventos recibidos por revelación a través de la oración profética, ocurrieron en realidad.
La misma noche en que estaban orando en California, dado a la diferencia en el horario, era domingo en la mañana en Filipinas.
La Hermana Olga, una misionera muy bien conocida que ministraba a los prisioneros en la Cárcel de Bilibid, Filipinas, y cuatro compañeros de trabajo, habían sido tomados como rehenes por los prisioneros de la cárcel. Ellos habían puesto sus cuchillos largos y afilados sobre los cuellos de los misioneros.
La camioneta blanca de la Hermana Olga, fue demandada por los prisioneros como su medio de escape. A medida que se acercaban a la puerta de salida de la prisión, el motor de la camioneta se detuvo. A pesar de todos los esfuerzos que hicieron para encender el motor, no pudieron.
Eso dio tiempo a los guardias para poder capturar a los prisioneros y rescatar a la misionera y sus compañeros de trabajo. Dios fue a su rescate y liberación de tan difícil situación, no fue algo menos que un milagro.
Después que fueron rescatados de mano de los prisioneros, volvieron a encender el motor de la camioneta e inmediatamente comenzó a correr.
¿Cómo fueron librados? Por las oraciones intercesoras hechas por un equipo de oración en California que estaban en sintonía con la mente de Dios. Por vía de la revelación, ellos pudieron orar proféticamente y Dios salvó las vidas de cinco misioneros. Como ministros del evangelio, el saber que hay intercesores que nos respaldan con su ministerio de oraciones proféticas debería ser de gran estímulo.
3. Una Palabra De Estímulo
Apreciado lector, permítame animarle a considerar seriamente este ministerio de oración profética. Dios desea moverse con Su poder sobre nuestras familias, iglesias, gobiernos y sobre muchas naciones del mundo.
Ejerza los dones del Espíritu en su vida de oración. Preste atención a lo que Dios desea comunicarle, y luego deje que esa palabra sea dada a luz a través del poder de la oración prevaleciente.

Es un gran privilegio y responsabilidad para los siervos del Señor, en todos los lugares del mundo, orar ardientemente oraciones proféticas mediante la dirección del Espíritu Santo.



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